SEXUALIDAD Y CULTURA
La cultura siempre ha ido pautando lo pertinente a la definición de las características de los géneros sexuales. Y lo ha realizado normalizando en un doble sentido: por un lado define cuáles son las normas a seguir, por otro define que es lo normal y qué no lo es. Esto involucra un doble movimiento en el cual se describen toda una serie de notas que se deben adoptar y otras que no, y además una valoración de normal, bueno y aceptable en la medida que esas notas se sigan de una forma dada y con ciertas prioridades.
Estas normatizaciones son dinámicas, es decir, que van cambiando con los tiempos; muchas veces estos cambios son el fruto de los movimientos normales e históricos de la cultura predominante. Tomemos como ejemplo la sociedad urbana en la Europa de fines del siglo XIX; en la misma la mujer tenía un lugar de una adscripción casi exclusiva a las tareas del hogar y la crianza -situación que el varón tenía poco menos que vedada-, debía dedicarse a lucir bella pero sin ser provocativa -lo que hubiese sido penado socialmente- y se le adscribía una conducta sexual pasiva y complaciente hacia el marido, en la cual estaba tácitamente excluida la posibilidad del goce Un siglo después los lugares sociales de la mujer y el hombre han cambiado en forma sensible. Aquella mujer a la que prácticamente se le prohibía tomar compromisos laborales o políticos ahora no sólo puede hacerlo, sino que hasta se puede encontrar obligada a realizarlos. De hecho una mujer de clase media posiblemente sea censurada socialmente si dice que ella no trabaja porque es del género femenino, y que sólo desea dedicarse a la casa y los hijos cuando, por otra parte, no les puede brindar los requerimientos mínimos porque su marido se alejó del hogar y los chicos son menores y no tienen ingresos. Hoy existen leyes que obligan a que haya un cupo mínimo de mujeres ocupando puestos públicos. Hoy se permite una conducta sexual mucho más activa en la mujer, la cuál ha recuperado su derecho al goce sexual, y ya se habla de la sexualidad de la mujer y del hombre independientemente de la situación marital. Hoy la mujer sigue teniendo prescrita la conducta de seducir al hombre, pero ya la osadía no es ir con los tobillos a la vista del hombre sino utilizar trasparencias sin ropa interior.
Vemos entonces como la cultura va pautando conductas de género y conductas sexuales, a la vez que trasmite las valoraciones pertinentes para quienes siguen esas pautas o no.
De este modo, y cuanto más rígida y homogenizante sea la cultura en la que se viva, se van generando estereotipos sociales.
La palabra estereotipo procede de las palabras griegas stereos ("sólido") y typos ("marca"). En el siglo XVIII este término se aplicó a la impresión de copias de papel maché a partir de un bloque sólido y allí ya estaba implícita la idea de un origen rígido para reproducir indefinidamente materiales.
En sociología se habla de estereotipos sociales cuando se alude a la perpetuación de una imagen simplista de la categoría de una persona, una institución o una cultura. El concepto de estereotipo suele estar asociado a la degradación del pensamiento individual en beneficio de una esclavitud o casi esclavitud de formulaciones predefinidas (el bloque de impresión original) que se opone a un razonamiento crítico por nuestra parte o por parte de otros a la luz de experiencias nuevas o diferentes. Aparece anclado en prejuicios, es esencialmente irracional y está íntimamente emparentado con la masificación del pensamiento.
Algunos ejemplos de prejuicios sociales de dramáticas consecuencias históricas y altos costos de vidas humanas los pueden representar los judíos, las mujeres, los negros, los homosexuales, los extranjeros, los capitalistas en la Unión Soviética o los comunistas en los Estados Unidos. La formación social de estereotipos está muy arraigada en la mente humana.
Ejemplos nefastos de aplicación de estereotipos y de racismo pueden ser los movimientos fascistas europeos surgidos entre las dos guerras mundiales y el conflicto del apartheid en Sudáfrica.
De este modo, queda claro que no es posible realizar un estudio cierto y profundo sobre la sexualidad humana si obviamos el contexto histórico, social y cultural dentro de la cual se haya inmersa. Y esto es válido para cada momento de la historia; pensemos sino que en absoluto es lo mismo hablar de sexualidad en los 60´ que en los 90´; mientras la primer década estaba rebosante de la llamada "revolución sexual" en los 90´ no podemos dejar de pensar en las influencias de la aparición del S.I.D.A.
Sexualidad y Posmodernidad
Vamos a tomar particularmente cuatro aspectos de dicha propuesta para analizar sus repercusiones en el área de la sexualidad humana:
El valor del cuerpo y la ética hedonista
La estrategia consumista
La importancia de los medios de comunicación
La superficialidad de los afectos
A partir de ellos vamos a tratar de llegar a una síntesis de lo que la propuesta social está marcando como tendencia en esta época y en cómo influye en la persona a la hora de irse identificando con su género y adoptar una conducta sexual normativizada socialmente.
El lugar central que le vamos a dar a este problema está relacionado con toda la concepción de patologías sociales que manejamos desde C.E.P.A.P. en la cual definimos que existen muchas dificultades humanas que encuentran sus orígenes tanto en los déficits personales y familiares como en la construcción de una cultura que tiende a generar individuos con una identidad frágil que fácilmente puedan orientarse hacia los valores sociales generando toda una masificación al servicio del sistema de poderes económicos.
En este sentido algo tan abarcativo como la sexualidad, algo que circula y atraviesa tantos y tan distintos estratos del ser humano seguramente no quedará fuera de los alcances de la propuesta y de su estrategia de construcción social y humana. Es por ello que nos parece fundamental detenemos a reflexionar en todos aquellos aspectos en que la propuesta afecta a la sexualidad humana.
El Valor del Cuerpo y la Ética Hedonista
Para comprender un pocomás los alcances de este aspecto de la propuesta posmoderna es interesante detenernos un momento sobre los orígenes y fundamentos del hedonismo.
El término hedonismo (en griego, hedono, "placer"), en la filosofía occidental, se aplica para referirse a la doctrina según la cual el placer es el único o el principal bien de la vida, y su búsqueda el fin ideal de la conducta. Se formularon dos importantes teorías hedonistas en la antigua Grecia. Los cirenaicos, o hedonismo egoísta, abrazaban una doctrina en que la satisfacción de los deseos personales inmediatos, sin tener en cuenta a otras personas, se consideraba el supremo fin de la existencia. El conocimiento, de acuerdo con los cirenaicos, pertenece a las efímeras sensaciones del momento, y por lo tanto es inútil formular un sistema de valores morales donde la conveniencia de los placeres presentes es sopesada frente al dolor que pueden causar en el futuro. De forma diferente al hedonismo egoísta, los epicúreos, o hedonistas racionales, sostenían que el placer verdadero es alcanzable tan sólo por la razón. Hacían hincapié en las virtudes del dominio de sí mismo y de la prudencia. Es claro que en la propuesta posmoderna el concepto hedonista de la vida encuentra una nueva expresión en cuanto privilegia el placer, la inmediatez y el individualismo más egocéntrico. Ahora bien, si es exacto que en la posmodernidad se propone el placer como uno de los valores supremos, también es real que dicho placer involucra en la mayoría de los casos al cuerpo o, si se quiere, a un cuerpo determinado definido socialmente como un cuerpo ideal, el cual tiene todo el peso de los estereotipos sociales. Dicho cuerpo ideal posee las conocidas características de un cuerpo bello, delgado, con una forma y unas proporciones estrictas, sexualmente activo y que produzca placer a su poseedor.
En este marco debemos entenderla propuesta sexual de la posmodernidad, como algo que produzca un placer alpropio cuerpo sin importar los medios para obtenerlo y sin importar con quiénobtenerlo. El placer sexual que se propone es un placer egocéntrico, compulsivoy masturbatorio, que tiende excluyentemente a encontrarse con un cuerpo potenteen lo sexual que remita, desde diversas representaciones inconscientes, a laadhesión al estereotipo social predominante de un cuerpo completo y que generesentimientos de valoración y aumente la autoestima por lograr adherir al grupode los que tienen el cuerpo ideal pregonado en lo social.
Este mismo problema del estereotipo del cuerpo ideal, así como el de la ética hedonista están asociados a muchas otras dificultades que surgen en esta época y favorecen la emergencia de distintas patologías sociales.
La Estrategia Consumista
Sabemos que la estrategia fundamental del sistema de poder actual es el dominio económico. El mismo se va sosteniendo en la estrategia del consumo. Por medio de ella se tienden a generar necesidades que sólo podrían ser satisfechas, según el mensaje social, por medio de la adquisición de ciertos artículos que el sistema provee. De este modo se va generando un circuito en donde la persona queda atrapada en una red de dependencias que le hacen difícil el desprenderse del lugar de sostenimiento económico del sistema por medio de sus diversos consumos de artículos. En esta estrategia consumista existen dos variables: generar la necesidad o aprovecharse de las necesidades naturales.
El primer proceso es bastante dificultoso y suele llevar tiempo ir incorporando en la cultura necesidades que no son biológicas por ejemplo. De hecho, las necesidades creadas suelen estar apoyadas en necesidades de tipo psicológico o social. Por ejemplo podemos ver que la compulsión a adquirir los artefactos electrodomésticos más sofisticados viene asociada a la necesidad individual de tener cierto prestigio en lo social porque se tienen los mejores bienes. Toda esta estrategia, a su vez, está sostenida por una ética materialista en dónde uno es más en la medida que tiene más y los demás lo pueden reconocer. En los tiempos en donde se niega el valor natural de la persona humana, este se ve reemplazado por el valor agregado del consumo de ciertos artículos prestigiados desde la misma propuesta social.
Sin embargo no debemos olvidar la segunda posibilidad antes mencionada: aprovechar necesidades existentes en la persona y volverlas objeto de diversas propuestas de consumo. En este caso es obvio que la sexualidad no podía quedar fuera de los planes de la propuesta siendo, como es, una fuerza universal que moviliza afectos e impulsos de una particular intensidad y difícilmente soslayables.
En función de ello hoy el sexo se vuelve un bien comercializable y de consumo, creándose toda una industria alrededor del sexo. La misma está representada por los más diversos artículos que se pueden adquirir para "mejorar la vida sexual", por la proliferación de líneas telefónicas de "encuentros", la amplia existencia de literatura iniciática en las "artes sexuales" (desde bibliografía seria hasta revistas sin ninguna validez científica), etc.
Pero, lo que es aún más importante, es que la sexualidad se va volviendo algo "consumible", independientemente ya del circuito económico. Hoy existe toda una modalidad de consumir sexo a fin de lograr una gratificación narcisista -tal como veíamos en el punto anterior- existiendo una sobrevaloración del ejercicio de la sexualidad como una de las formas de consumo de placer. Hoy cuanto más sexo se tenga, y con más compañeros, mejor. De tal modo el sexo queda adherido al atributo de consumible, entra en dicha categoría y esto le da un lugar muy particular aunque dicho consumo no involucre ninguna transacción económica.
Pero aún hay otra relación importante entre la sexualidad y la propuesta consumista que es toda la asociación que se hace del sexo con la venta de los objetos más diversos. En ello veremos claramente el papel que juegan los medios de comunicación social en el problema de la sexualidad posmoderna.
La Importancia de los Medios de Comunicación
Aquí es donde se va descubriendo más claramente el lugar de mediatización que va adquiriendo la sexualidad desde la cultura. Como lugar de mediatización nos referimos a que la sexualidad en la propuesta consumista va perdiendo sus canales naturales y sus fines propios, quedando distorsionada de ese modo su naturaleza. Este lugar tiene una doble interpretación o lectura, por un lado lo que se muestra desde los medios y, por otro, el lugar que termina ocupando para la persona individual y concreta.
Por un lado podemos pensar en la infinidad de promociones de artículos que hacen referencia de un modo explícito o no a la sexualidad. Vamos a encontrar muchas propagandas en donde la tenencia de un determinado bien (aquel que se nos está tratando de vender) queda íntimamente asociada al éxito sexual (sea por medio de una conquista, de una infidelidad, etc.). Este sería el caso de las propagandas del tipo "si tengo tal auto voy a poder conquistar a las mujeres que quiera". Otras tantas tomarán el camino de unir el placer por consumir determinado artículo al placer sexual mismo, como si fuesen parte del mismo goce y como si uno no pudiese darse sin el otro. Sería el caso de "con el placer que me da este cigarrillo completo el placer del orgasmo".
De esta forma vemos una sexualidad mediatizada en la cual podemos disfrutar plenamente y realmente de la sexualidad si adquirimos un determinado bien (que nos permitirá acceder al acto sexual) o si la acompañamos del consumo de algún artículo (en donde la sumatoria de ambos placeres dará el goce verdadero). De esta forma el canal para llegar al goce sexual queda estampado como el de tener determinado artículo, y la forma de gozar de ella es acompañándola de otro placer.
Pero también se puede pensar en la lectura de la persona individual más allá de los argumentos de venta, y el impacto que dichos argumentos van haciendo en la persona. Aquí no debemos olvidar la presión que generan los estereotipos sociales como mandatos inconscientes pero poderosos. Dentro de estos mandatos propios de la ética posmoderna están en un lugar destacado, como ya hemos visto, el éxito y el prestigio social. Existen marcadores bien claros de cuál es el lugar que uno ha alcanzado en dicha escala y dos de ellos son la posesión de determinados bienes de consumo y la práctica de una vida sexual dada. Es poco sorprendente que los medios de comunicación asocien ambos marcadores para vender sus productos, desde los cuales la persona puede pensar fácilmente que para acceder a los marcadores sociales de éxito y prestigio deberá consumir determinados bienes y adoptar una conducta sexual determinada desde lo social. De este modo la sexualidad ya no es un fin en sí misma sino un medio para alcanzar un lugar social prestigiado, ya no importan casi los deseos que la persona tenga porque ellos pueden verse pautados por la necesidad de tener un lugar social.
Si bien el aspecto publicitario de los medios de comunicación es el elemento más fuerte que incide en el comportamiento sexual de la población, no podemos dejar de mencionar toda una suerte de "basamento teórico" que está brindado y sostenido por muchos otros canales. Así por ejemplo vamos a ver un nutrido menú de personajes en los medios que son modelos reales de los ideales sociales, en ellos se unen el éxito social y económico con la práctica de una estilo de vida sexual específico; son personajes notables que tienen éxito porque seducen, porque son deseados,porque tienen múltiples parejas, porque pregonan y publicitan sus prácticas sexuales, porque no se cansan de hablar de cuántas parejas sexuales han tenido, etc.
También podemos ver toda una serie de programas más o menos serios que encaran el tema de la sexualidad. En ellos es notable la cantidad de información que se trasmite, la misma a veces es veraz y responsable y otras veces encierra graves distorsiones. En dicha información hoy podemos acceder fácilmente a conocer desde sitios de Internet en donde conectarse con swingers, teléfonos para averiguar cuando es la inscripción para la escuela de travestis o direcciones útiles para las prácticas sadomasoquistas. Sin embargo es curiosa y larmante la falta de información preventiva en el planteo general de los edios de comunicación y en dichos programas en particular. En uno de ellos, or ejemplo, se mostraron distintos testimonios de prostitutas y sus vivencias exuales, se explicaron con muñecos las posturas más atléticas del Kamasutra, e mostró la intimidad de una pareja que había enviado su video erótico, etc. La parte preventiva consistió en una publicidad de 15 segundos sobre .I.D.A....¡y en inglés!
La Superficialidad de los Afectos
Este es uno de los lementos más marcados de la propuesta posmoderna, la cual pondera la inculación superficial de las personas. De tal modo las relaciones humanas se an estableciendo sobre intereses más egocéntricos y se desarrollan a partir de mpulsos y sensaciones. Por otra parte esto hace comprender el carácter fugaz e los vínculos que se desarrollan, en los cuales con mucha rapidez se llega a na gran intimidad, y con la misma velocidad se desarma el vínculo en función e generar una nueva situación.
Se podría decir que el stilo de vínculo actual se parece cada vez más a un video-clip, siendo una scesión poco racional de relaciones y sensaciones, como fogonazos que no dejan emasiada marca en sus protagonistas salvo la fugacidad del placer obtenido.
De tal modo no es fácil ue se establezcan verdaderas relaciones afectivas, donde se vaya produciendo un camino de entendimiento, estableciendo canales de comunicación eficaces a partir del conocimiento del otro y que vaya resultando un vínculo afectivo profundo y comprometido. Esto está muy relacionado con los aspectos antes trabajados de la sexualidad en la posmodernidad, porque el sexo así entendido se vuelve un artículo de consumo indiscriminado; el otro, en cuanto persona semejante a uno mismo, queda desvanecido y se lo focaliza más como un cuerpo que le va a generar placer a mi cuerpo. La sexualidad resulta entonces despojada de sus aspectos vinculares y vinculantes, se vive en forma desintegrada de los afectos y, por lo tanto, no pasa a formar parte de ningún proyecto vital.
Todo esto, además, se da dentro del contexto de la legitimidad de lo sentido y de lo público. Estos dos órdenes de legalidad que promueve la propuesta posmoderna se podrían resumir así: "si lo siento, está bien", "si sale por TV, está bien".
Estos dos parámetros de legalidad y de corrección en las conductas abarcan a cualquier aspecto de la vida humana y van cobrando el peso antes explicado de los estereotipos sociales en cuando a los roles sexuales.
Dentro del primer parámetro mencionado se podría encuadrar al tema de la infidelidad conyugal como algo lícito en la medida de que sus protagonistas "lo sientan y gocen con ello".
El segundo parámetro estaría vinculado al tema de los modelos sociales que se trasmiten por los medios masivos; en ellos la supuesta vida privada de muchos personajes se hace pública y, por ese mismo motivo, se vuelve legítima y razonable. Así por ejemplo se van aceptando lentamente como normales o al menos como una alternativa fruto de una opción personal, prácticas que la psicopatología encuadra como síntomas de enfermedad.
Todo esto deviene en un cinismo social que termina aplicando términos nuevos a realidades viejas, en un intento de normativizar y legitimar situaciones de desintegración en la sexualidad. De tal modo a la infidelidad se la llama "pareja abierta" y, lo que hasta hace poco era un celoso secreto, hoy se convierte en un simpático argumento de venta. Ya no sólo hablamos de tercer sexo, sino también del cuarto.
Conclusiones
Nos parece importante ver que la actual situación de aparente "libertad sexual", en el fondo está mostrándonos cómo se articula toda la estrategia social en el tema concreto de la sexualidad.
Esto diferencia la situación actual de una forma muy marcada de lo que se llamó la "revolución sexual de los 60´" o el "destape de los 80´". Ambos fenómenos son fruto de los movimientos sociales naturales. En los dos casos citados tuvieron que ver con la caída de una fuerte represión social sobre lo sexual. Como sucede con las personas, los grupos sociales tienden a soportar durante un tiempo limitado la represión de sus necesidades básicas; luego, como reacción a la represión, deviene un período de un estallido de lo opuesto. Por ejemplo, si en los 70´ la censura impedía la mayoría de las escenas de desnudos en el cine, en los 80´ el sexo se volvió cada vez más normal aún en la TV.
Pero, la sexualidad del nuevo siglo no guarda relación con esos movimientos; en primera instancia porque no es la respuesta social a ningún movimiento previo y además obedece a una propuesta artificiosa que forma parte de un proyecto más amplio de construir una sociedad y un tipo de persona complaciente con el sistema.